miércoles, 1 de diciembre de 2010

LA SIRENA Y EL NAUFRAGO

LA SIRENA Y EL NAUFRAGO
  • LA SIRENA y EL NAUFRAGO (CUENTO)
    Ramón Sampedro

    Arribó a una isla remota una sirena herida
    y allí estaba un naufrago, varado y herido también.
    Ella lo miró, y le dolió tanto su melancolía,
    que rompió a llorar lágrimas saladas de pena por él.

    El viejo marino que siempre soñara con una sirena de rubios cabellos,
    de hermosa figura y dulce mirar,
    al verla tan triste se olvidó un momento de sus desventuras
    y empezó a contarle fabulosos cuentos de una sirenita y un lobo de mar.

    Las sirenas sueñan, dijo el marinero, de la tierra, amores;
    sueñan los marinos, como las sirenas, amores del mar;
    soñar lo imposible es la religión de los soñadores;
    para las sirenas y para el marino la vida es soñar.

    Dice la leyenda que, si una sirena encuentra un marino,
    tiene prohibido, por el dios del mar, quedarse junto a él.
    Sólo ha de mirarlo, robarle la calma y seguir su ruta,
    porque si se queda, la sal de los mares se volverá hiel.

    Dicen que se debe tan grave castigo, porque al gran Neptuno
    se le fue su amada con un marinero que escuchó cantar.
    Desde aquel entonces está prohibido que marino alguno vea a las sirenas.
    Y si lo imprevisto hace que se encuentren, que sea su encuentro,
    como una condena, eterno penar.

    Dulce sirenita que vienes herida, no te cause llanto mi melancolía.
    Cuando te hayas ido, no pienses que siento por ello dolor.
    Un día seremos tan sólo materia, como en un principio.
    Morirá Neptuno, morirá su hechizo, y al final de todo, triunfará el amor.

    Cuando en las tormentas, el mar se enfurece y brama rabioso,
    arrastra los barcos con los marineros al fondo del mar,
    es el despechado y feroz Neptuno, dando manotazos de amante celoso,
  • porque una sirena y un marinero se han vuelto a mirar.

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